Thursday, May 17, 2007

PRIVILEGIADOS E INCAPACITADOS.


Sobre un concurso epistolar convocado por una entidad gubernamental con derecho de monopolio, que a su igual han propuesto otras varias posteriormente

PRIVILEGIADOS E INCAPACITADOS.

Dícese de antaño que cada cual en su casa puede hacer y decir lo que le de la gana, para este buen dicho el tiempo se paró y hogaño sigue siendo aplicable.

Ustedes, muy señores míos, aplican con toda la rotundidad el dicho, como buen español, tantas veces hay que decir, buen demócrata, malo es tener que estar siempre repitiendo esta palabra que si reconocemos la primera nos tenemos que sujetar a nuestro refranero y decir:”Dime de qué presumes y direte de lo que careces”. Este inciso me obliga a repetir que como buen demócrata respeto y acato.

Respeto y acato porque no me queda más narices si quiero y deseo optar a esa suculentísima tajada dineraria de los nada despreciables dos millón cejos que se ofrecen como primer premio, pero quiero reconocer y gustaríame que ustedes, muy señores míos, recapacitasen, pensasen (les puedo prometer y prometo, puedo afirmar y afirmo que a pesar de que durante siglos háyase creído que efectuar este ejercicio mental en nuestra amantísima nación es tan peligroso que puede llegar a ocasionar hasta la muerte por derrame cerebral., siempre sucede así cuando te abren la cabeza de un estacazo) el pensar y meditar a pesar de todo los pesares ni es grave ni ocasiona mal alguno que en la forma, obligada forma que ustedes, muy señores míos, por ser los que lo convocan y que ustedes, muy señores míos, lo hacen en su casa , no podrán negar que en este caso este concurso epistolar mas que ningún otro de todos los conocidos y convocados, es única y exclusivamente para personas privilegiadas y con una suerte que miles de otro tipo de ciudadanos quedan incapacitados para poder optar a los sabrosos y necesarios milloncetes, falsos milloncetes puesto que una vez pasados por el cernedor haciendistico quedan bastante escuchimizados, depauperados y esmirriosos.

A cuanto suponen ustedes, muy señores míos, ciudadanos amantes de la correspondencia, del correo, de la epístola o de la carta dejan ustedes, muy señores míos, fuera de este precioso concurso, incapacitando a tantos, olvídense que la epístola mas sublime, mas bella, mas delicada pudiera ser redactada y escrita por un pastor cuando mira al cielo; por un militar sin graduación, conocido como recluta; por un preso por cualquier delito dentro de una celda; por un enfermo que sabe que no tiene curación; por esa mujer separada por cualquier circunstancia de su amado. A todos estos y muchos mas desconocidos poetas, amantes, románticos, ustedes, muy señores míos, les impiden concursar al serles totalmente imposible el poder llegar hasta un medio de publicación periódica en la cual plasmar esa carta que guardan en el cajón y que ninguno de esos medios se molestaran en incluirla ni siquiera en el espacio de: “Cartas al Director”.

Poco tiempo ha una mujer fabulosa a la que conocí y desde el mismo instante admiré y casi podría decir que enamóreme platónicamente contabame que su mayor placer es por las noches cuando llega el momento de relajamiento de la actividad cotidiana, y esta dama desarrolla tal que si la pudieran convertir en voltios pudiera abastecer de electricidad una población mediana, sigo; deciame que olvidando y dejando para la familia la perdida de tiempo, ella lo considera así, de estar pendiente del aparato televisivo, sentábase delante de su escribanía, solamente el tenerla en una alcoba ya demuestra su grandeza intelectual, para llenar cuartillas escribiendo cartas a nadie, escribe al Mundo y al no tener dirección exacta no puede poner sobre ni franquearla, por lo tanto las guarda en su cajón de su escritorio en el que acumula cientos de ellas, de las cuales ninguna de allí sacada puede intervenir en el concurso ni optar al premio.

Me di cuenta que aunque esta misiva sí va a intentar optar a u premio del concurso, fijome y a ustedes, muy señores míos, pido disculpas por no sujetarse en mucho a la base consistente en una carta, perdón, digo epístola literaria. Lo siento pero literatura es todo aquello que habla de un sueño irreal o hechos concretos y de forma becqueriana tendría que decir: Ustedes, muy señores míos, ustedes indican y desean que sea epístola literaria y preguntan seguramente no dándose cuenta de ello, ¿Qué es epístola literaria? Y hay que responderles: ¿Ustedes lo preguntan?; epístola epistolaria son ustedes.

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